Conchita en el puesto que mantuvo para protestar frente a la Casa Blanca.
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Adiós a "Conchita", la mujer que protestó casi 35 años ante la Casa Blanca

Durante la mayor parte de su 'vigilia por la paz', la española protestó contra la proliferación nuclear, aunque también se sumó a otras causas como las protestas contras las guerras de Irak.

Con ramos de flores, donaciones y condolencias, decenas de habitantes de Washington han querido despedir a "Conchita" Martín Picciotto, la española que durante casi 35 años permaneció "como una roca" ante la Casa Blanca a la cabeza de una vigilia pacifista con la energía "de una bomba nuclear".

Desde Ronald Reagan a Barack Obama, cada presidente que se asomara a la ventana podía ver enfrente la pequeña tienda de plástico blanco donde Picciotto, fallecida el pasado lunes en un refugio para personas sin hogar, protagonizó el acto de protesta política más largo de la historia de Estados Unidos.

"Cuando estaba aquí, no se movía. Era como una roca", dijo a su compañero de protesta desde 1981 Philipos Melaku-Bello.

La silueta de Concepción Martín Picciotto, nacida en Vigo, en Galicia, y conocida como "Conchita" o "Connie", se convirtió en un icono para los turistas y un símbolo para los activistas por su larga protesta contra la proliferación nuclear.

"Hasta hace dos años, ella tenía la (misma) energía de las cosas contra las que protestábamos. Tenía la energía de una bomba nuclear", aseguró Melaku-Bello en español.

El Servicio Secreto, encargado de proteger la residencia presidencial, aprendió con el tiempo a convivir con la protesta de "Conchita", y uno de sus integrantes se acercó el lunes a la rudimentaria tienda de campaña para ofrecer sus condolencias.

Nadie conocía la edad de "Conchita", que cada año, desde hace unos cuantos, aseguraba cumplir 79. Melaku-Bello, un hombre barbudo de padre etíope y madre brasileña al que solía llamar "sobrino", calcula que tenía 86.

Tampoco están claros los motivos de su muerte, aunque su compañero de tienda recuerda que padecía diabetes y que el pasado 16 de enero se cayó en la misma plaza donde protestaba.

Una fuente de la Embajada de España en Washington explicó que, a pesar de que Picciotto nació en Galicia, hace años que ya no tenía la nacionalidad española, sin precisar el motivo.

"Para ayudarla de forma más oficial y eficiente, se estaba tramitando un expediente de recuperación de la nacionalidad", pero los papeles no llegaron a completarse; y también se le ofreció ir a una residencia en España, pero ella no quiso, añadió la fuente.

Aún así, el compañero de protesta de Picciotto confía en que la Embajada española o la congresista Eleanor Holmes Norton, que conocía a "Conchita", le ayuden a organizar un funeral.

"Me gustaría que fuera el domingo, con una hilera de velas que iluminen la fachada de la Casa Blanca", le dijo Melaku-Bello a uno de los muchos que se acercaron este martes a depositar flores frente a la tienda y dejar donaciones para el funeral.

Si pudiera tener en el velatorio a uno de los presidentes que convivieron con Picciotto, a Melaku-Bello le gustaría que fuese Bill Clinton: "Fue el más amable con nosotros", aseguró.

"Conchita" emigró de España a Estados Unidos en 1960, trabajó como recepcionista en el Consulado español en Nueva York y se casó con un italiano, de quien adquiriría el apellido y con quien adoptaría a una niña argentina, Olga.

Según contó en 2013 a "The Washington Post", ella creía que la adopción había sido ilegal y su marido trató de ingresarla en un psiquiátrico.

Después de un tiempo reclamando la custodia en Nueva York, se mudó a Washington con la esperanza de que las autoridades federales la ayudaran.

Fue entonces cuando conoció a William Thomas, un activista que ocupaba una tienda de campaña frente a la residencia presidencial.

Junto a Thomas, que falleció en 2009, Picciotto encabezó la "Vigilia por la paz", una protesta contra el armamento nuclear a la que fueron incorporándose otras quejas, desde la oposición a las dos guerras en Irak a una breve vinculación con el movimiento "Occupy Wall Street" que recorrió el país en 2011.

Según Melaku-Bello, que se sumó a la vigilia casi a la vez que Picciotto y empezó a conocerla bien desde 1997, su compañera era radical en su aversión a Israel, hasta el punto de que "no sabía cómo separar el Estado sionista del ciudadano hebreo" o judío.

También era dada a las teorías de la conspiración, y solía llevar un casco metálico porque creía que "la ayudaría a que los mensajes de los extraterrestres no llegaran a su cerebro", explicó.

Pese a todo, son muchos los washingtonianos que se encariñaron con Picciotto, que según su compañero, tenía "dos personalidades: cuando estaba hablando de los derechos humanos, podía ponerse a gritar; pero cuando hablaba con niños, su voz era como un ángel".

"Conchita" nunca volvió a ver a su hija, que es adulta y vive en Nueva York, donde los amigos de la inmigrante gallega intentaron sin éxito organizar un reencuentro hace poco.

Melaku-Bello planea asumir la responsabilidad legal de la vigilia, que el Gobierno solo permite preservar si siempre hay alguien frente a la tienda, y mantenerla viva sin Picciotto.

Pero será difícil perseverar más que ella, que solía decir a la gente: "Usted se cansará en 5 días, yo seguiré viniendo". Durante un tercio de siglo lo cumplió.

EFE
 

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